This is country music!

Me encanta esta canción. Y lo que dice, por eso he puesto esta versión subtitulada, aunque seguro que ya os habías dado cuenta en episodios anteriores.

Me gusta también lo que dice antes de la canción. Me recuerda una interesante discusión que inició hace poco Josep Ponsà (webmaster de country.cat y linedance.cat , webs líderes indiscutibles del country i del country-linedance en Catalunya). Brad da las gracias a todos los fans, incluso a los de otros cantantes. Porque a todos les une la música country. Aquí nos miramos por encima del hombro si eres linedancer o si sólo escuchas música o si pones una mano en la hebilla o si no vas a conciertos o si mides tu nivel de baile en bpm...

400 km que añadir a los de ayer. Mañana, para ir a Nashville, 700 más. Total, 1.900 km para ver a Brad Paisley. A veces no sé si darle las gracias a Pat por esto del country music...

En realidad sí debo darselas. Sin ella, no veríamos hoy a Brad. Literalmente. Resulta que primero pone a la venta las entradas para su club de fans y después para el resto. Queríamos entradas cercanas y el día que se ponían a la venta estábamos de casa rural. El sistema de selección y pago daba problemas desde el móvil y llamamos a Pat para que nos cogiera las entradas. Sólo espero que haya borrado los datos de mi tarjeta de crédito...

Gracias, Pat. No sólo por esto.

De camino a Charlotte (North Carolina) hacemos las dos paradas obligatorias: Walmart en busca de camisetas y Waffle House en busca de hamburguesas.







Dejamos las autopistas y cogemos carreteras secundarias. Las casas donde vive esta gente, son preciosas, incluso las más humildes o viejas. Eso que parece un cliché de las películas (o de Los Simpsons) es la vida real aquí.

Incluso los cementerios son bonitos. Tanto, que paro a hacer una foto de uno que está a pie de carretera. Los cementerios, como las casas, no tienen vallas... ¡Qué no! ¡Qué no me he colado! Si se ve desde la carretera... Me refiero a qué, al no haber vallas, todo es más cercano, más bonito...




Llegamos al hotel con retraso. Me pongo la camiseta de los conciertos, una camiseta negra con el logo del Texas Country Bar. Sí, ya lleva 4 conciertos, pero en Chicago había lavadora. No la usamos, pero la había.

Uso esta camiseta por dos motivos. El primero, nostálgico. En un concierto, tengo que llevar algo del Texas. Sí o sí.

El segundo, práctico. Animado por Josep Ponsà, me arriesgo a llevar la réflex a todos los conciertos. La pongo en una bolsa deporte cuyas asas son cordones que me pongo en los hombros. Al ser negra, no se ven. Cuando me cachean en la entrada, sólo se fijan en mi riñonera. Qué raro que ninguno se fije que me marcho de espaldas, como si fuera un japonés despidiéndome...

Pues increíblemente, vuelve a funcionar y la paso. Aunque no la usaré, pero eso es otra historia.

Al llegar, el ambiente del parking es como para no entrar al concierto. Todos con sillas, comida y bebida montando una juerga impresionante.
Un minivídeo para ilustrarlo.



Una vez dentro, el lugar es similar al resto de sitios para conciertos.



Antes de Brad hay 3 teloneros. Y un Discjockey. Falta DJ Vander y se hunde el mundo aquí.

Del escenario sale una plataforma en forma de T que hará que veamos a Brad por detrás en muchas canciones. Estamos cerca. MUY cerca...










El concierto es brutal. Brad es una máquina con la guitarra y aunque echamos en falta las canciones más conocidas, nos lo pasamos de vicio.



La que sí que canta es una de mis favoritas, con la que abro este post. En el vídeo veréis como empieza la canción con una guitarra, la firma y se la da a una niña que estaba frente a nosotros. Aún está temblando.



A Ingrid no se le ocurre otra cosa que escribir en un papel "We come from Europe". Claaaaaaro, y ahora vendrá y te invitará a su limusina y te llevará a cenar, no te jode...

Tanto es así, que durante la última canción salen todos los teloneros al escenario y se acerca a nuestra zona Randy Houser, porque ve el papel. Se lo pide a Ingrid y se lo firma. Ella, que no es tonta además de tener un gusto exquisito para los hombres, le dice que se lo dé a Brad y este le dice que no puede.

Brad lo ve y hace un gesto con la cabeza que sí, que se lo lleve. Y se lo lleva. ¡¡Y Brad nos firma las entradas!!

En el vídeo podéis ver el momento de la firma. Cuando firma la segunda entrada, tacha el nombre de Randy Houser y por eso se descojonan ríen amigablemente los dos.



Por si eso fuera poco, otro telonero celoso, Charlie Worsham, se acerca preguntando quiénes son los europeos y nos pregunta de donde somos. De donde no sé, pero que somos el centro de atención te lo digo ya. Nos regala una púa con su nombre. ¡Más contentos que un ginjol!

Otro círculo que se cierra, el de los conciertos. Aún nos queda mucha música por ver en directo, pero los grandes conciertos ya se han acabado. Y los hemos disfrutado mucho, aunque Toby Keith estuviera gordo y desafinara...

Juan Carlos